Bar Anvi


            Las aceras se poblaban de  ruidos, sauces  y otros árboles que proyectan  zonas de sombra  por donde la gente transitaba con ritmo de  rutina en este día claro y otoñal. Desayunando  en una terraza soleada, una pareja de jóvenes discuten en alta voz sobre los  problemas de su relación; frenéticos, sin tregua, sin escucharse a sí mismos y ajenos a los ocupantes de las  mesas vecinas. Tanto dardo en sus palabras, tanto reproche, tanta decepción, que causaba dolor alrededor. Aquello era un duelo, un desgarro, un  desamor que me conmovió por lo que decidí alejarme con mi consumición algunos metros.

          Ahora, desde la distancia, creo que no era  para tanto; era un lenguaje alterado, raro, pero de amor. Lo comprendí después;  cuando pensé que uno, a veces, debe poner las cartas boca arriba, lanzar su vida al viento e ir  con todo en el  instante  que se  juega lo más querido. Es algo que ya no está bien visto, una concesión a lo correcto, al que dirán, a la buena educación. Pero yo creo en la pasión,  en el instinto y  en el coraje; es  ahí donde somos más auténticos.

          En fin, el caso es que mi amigo Alejandro y yo decidimos, en este día de frio templado, dejar de vagabundear por restaurantes desconocidos y algo caros  para nuestra debilitada economía y volver a antiguos hábitos más cercanos y asequibles. Así la cosas  elegimos el Bar Anvi, situado en la calle  Músico Peydró, 46 , en el antiguo  barrio de San Francisco, que toma el nombre del convento que en su día llenaba  lo que hoy es la plaza del ayuntamiento de Valencia,  por donde se conserva  un aire de algo que se perdió entre  edificios, callejuelas y plazas antiguas, ya que ahora  hay viviendas  ocupadas de manera transitoria, en su mayoría, por oficinas, bancos,  turistas y comercios  que conforman juntos  una ciudad dinámica  en sí misma adaptada a nuevos tiempos.

          El Anvi lo regenta una pareja, de mediana edad, serviciales y complacientes. Ella es la que cocina y él atiende a los comensales. El local es más bien reducido  y con sensación de limpieza e higiene. Tiene seis mesas en la terraza y las mismas en el comedor interior. Se sirve un  menú por 10€, que incluye dos platos, bebida, pan y postre. Para mí: crema de calabacín y lenguado a la plancha con ensaladilla rusa de guarnición. Mi compañero elige paella valenciana y sepia a la plancha con champiñón. De postre ambos  tomamos macedonia de frutas. Nada que objetar, alimentos frescos, sanos y cocina sencilla, rápida y en su punto.Eso si: todo sin florituras . La relación calidad precio es alta dado el comentario  anterior y  la ubicación. Mientras comíamos pensaba en los adornos de los escaparates que veíamos cuando caminábamos hacia aquí, las luces en la calles, las bolsas que portaba la gente… En una palabra: Navidad. Recuerdo que hablamos de libros, algo de historia y literatura. Mi amigo  me recomendó “Los cuatro acuerdos” de Miguel Ruiz,  un libro que ya encargué y espero pronto tener en mi poder.

          Al regresar a casa  por otras aceras con otros árboles, encontré sentado en su banco a un conocido, casi un amigo, nacido en un lejano país que vive por estas calles bajo sol, el viento, la lluvia o el frio. Nunca nada le di y nunca nada me pidió. Si yo ando despistado, el levanta su brazo para que yo lo vea, se acerca y me saluda con su boca  desdentada. Correspondo al  saludo, le pregunto cómo va lo suyo y charlamos un rato de cosas vagas. Luego,  cuando me voy,  pone tanta satisfacción y alegría en su cara  que por mucho que yo le colmara con unas monedas nada seria  comparado con la emoción  que su sonrisa derrama.

 

 

 

 





 

                                                         Valencia  5 de Diciembre de 2021

 

                                                              Ángel Núñez Cámara

Comentarios

Entradas populares de este blog

Restaurante La Font, Turis (Valencia)

Café Barón

RESTAURANTE ESPAI SEDA