Restaurante La Font, Turis (Valencia)
No soy cetrino. Lo que sucede es que
los veranos me gusta tomar el sol en la playa y acabo con la piel muy
bronceada. Lo digo porque hace un par de días quedé con mis amigos Alejandro y Lola en Buñol para celebrar el final del verano como ya hicimos por estas fechas en épocas anteriores.Y aunque nadie mencionó el color de mi piel, sé que más de uno lo pensaba, en clave de humor, por supuesto.
Este año el agua de la piscina municipal estaba fresquita, el cielo con un sol
brillante y las imponentes montañas de enfrente de
un verde perenne con pequeñas casas blancas en la cima, si añadimos
que en el recinto estaban mis amigos y otras personas conocidas la mañana
resultó amena, idílica, casi amorosa.
Después de un pequeño aperitivo en el
bar de la piscina decidimos ir al
restaurante La Font, situado en Turís, a unos doce kilómetros de Buñol. Allí
nos encontramos con Enrique, compañero sentimental de Lola y amigo de Alejandro y mío
también. El ambiente del local es familiar con una amplia terraza que
contiene, en un lateral, una bonita fuente con peces de colores que se
supone da nombre al lugar El salón es amplio bajo un alto techado de madera al estilo nórdico, un mueble antiguo decorativo en la entrada, una larga
barra enfrente y todo lo demás dedicado
a comedor. Los camareros son jóvenes y dominan su trabajo por lo que el servicio fue sencillo
y rápido. Suministraron la bebida que pedimos anteriormente y elegimos platos a compartir: de primero, fritura de chipirones,
calamares, pescaditos y bacalao; delicioso, un deleite para los sentidos, todos
los ingredientes frescos y perfectamente cocinados. Luego nos trajeron unas
gambas al ajillo bastante normal, lo digo porque se suele servir así en muchos
bares y algunos restaurantes con exceso
de aceite y poca sustancia, pero para compensar el siguiente plato fue de verduras
a la plancha, sabrosas con sabor y textura perfecta. Acto seguido aparecieron mas bebidas y un plato de cigalas con pimientos del
padrón, las cigalas estaban sabrosas aunque el tamaño era pequeño. El último plato fueron
dos entrecots de ternera al punto con patas que no me desagradaron, pero que no
saboreé como me hubiera gustado porque quizás ya había comido demasiado. Lo que
degusté con sumo placer fueron los postres: un helado de yogur y frutas del
bosque con salsa de mango para compartir. No puedo decir cuánto costó la comida
puesto que me invitaron, pero vi que en la puerta de entrada había un cartel pegado al cristal que
anunciaba el menú del día por solo 9,50€ ; barato para estos tiempos que corren.
Como es típico en estos encuentros se prolongó la sobremesa y luego
tomamos la última en la terraza del Bar Win`s de Buñol s la fresca sombra de
unas carpas hasta bien caída la tarde. Fue uno de esos días que uno hubiera
alargado, uno de esos días de reencuentros con amigos donde se ingiere más emociones
que alimentos, de esos días donde uno se suelta y se pone a volar libre como en un
maravilloso ritual. El encuentro con amigos y el compartir la mesa abre un
paréntesis en la vida cotidiana y
afianza la amistad. Doy gracias a los tres por haber compartido este día conmigo.

Valencia 11 de Septiembre de 2022
Ángel Núñez Cámara.
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