Tapería Pulpería Ligazón










Como imagino saben, y si no se lo recuerdo, solemos quedar una vez a la semana a comer con mi amigo Ángel coautor de este blog y con mi amigo Miguel, aunque no siempre coincidimos los tres, esta vez ocurrió.
Ángel nos sorprendió con un nuevo local Taparía y Pulpería Ligazón, en el que el plato estrella es el pulpo, con la suerte de que a lo tres nos gusta.
Fuimos sin reserva y sabiendo poco más de lo que hasta aquí les cuento.
Al llegar vimos una gran terraza frente al restaurante con muy buena pinta, entramos y tuvimos la suerte de que había mesa.

El local en la entrada tiene una zona "pre" cubierta con un barra-mesa en alto y taburetes, muy adecuada para tomar la cervecita del mediodía y en la actualidad quizá un buen sitio para, en soledad, leer, abrir, el móvil, la tablet o el portátil y pasar una rato haciendo cada uno nuestras cosas. Me gustan estos detalles, y si además ves la silueta de Valle-Inclán y un poema escrito en la pared de la entrada y una exposición de pinturas en su interior, la cosa pinta bien. Pueden ser muchos los detalles que construyen los momentos y quizá esa visión de los propietarios sea una cuestión digna de alabar antes de entrar en la calidad gastronómica. 

La carta es amplia, hay donde elegir, en estos casos, se hace más difícil pedir con la medida adecuada, consiguiendo comer bien a un precio razonable. Como suele pasar en la primera vez, no acertamos en ese equilibrio.
La lógica nos decía que había que pedir pulpo y así lo hicimos: pulpo "a feira" y pulpo crujiente. El primero me gustó mucho, el segundo estaba bueno, quizá un pelín pasado, con los crujientes suele pasar.
La tempura de verduras, aunque  de un buen crujiente, el rebozado tapaba demasiado el sabor de las verduras, casi no notabas la diferencia entre verduras. Un plato a  mejorar.
Los dados de bacalao le pasó algo parecido o en su defecto le faltaba bacalao en su interior. Cambió la cosa a partir de la oreja a la plancha, muy buena y en cantidad más que suficiente. El pulpo con cachelos estaba muy bueno y el calamar en su tinta(su tinta no era) estaba excelente salvo en su cantidad. Un trocito pequeño para cada uno.
Entre plato y plato debatimos Miguel y yo por pedir otro o no. Otro pulpo de los tres que están en la carta, al principio me parecía que tanto pulpo sería repetir demasiado y subiría la cuenta, lo primero no ocurrió pero lo segundo sí, pero qué importancia tiene si Miguel tenía ganas y conseguimos cumplir con sus deseos.
De postre, helado de cítricos y tarta de queso, ambos estaban buenos, especialmente la tarta casera.

Al final un buen comida con mis dos amigos, de charla y de descubrimientos, que más se puede pedir para salir de la rutina diaria... quien la tenga.
A menudo me pregunto no tanto lo que construimos sino cuánto dejamos de construir por prejuicios, rutinas, pereza... y otras semejantes.

Estimado lector, si lo hay, salga a la calle, vaya a comer con su amigos o familiares o solo, deguste nuestra maravillosa gastronomía valenciana, construya sus momentos, como diría Baudelaire: "sin interrupción"(Él decía: "Hay que ser sublime sin interrupción") o al menos inténtenlo... o lo que ustedes prefieran.
Quizá uno no deba pedir que le hagan sino hacer... de eso trata también esto que llamamos vida.

alejandro agustina cárcel
 


















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