Taberna Antonio Manuel calle San Vicente Mártir 42 Valencia


 Ayer me llegó un mensaje de Ángel: ¿Comemos mañana? Yo me pongo contento,  se agradece cuando semana tras semana, con los descansos obvios y de sentido común, un amigo te llama para comer y departir contigo, él ya sabe la respuesta el 99% de la veces es sí y alguna cara alegre que le mando para que note que me alegro de nuestro encuentro.

Hoy el día es de tormentas, sale el sol y se esconde y llueve poco pero llueve, le propongo ir cerca a la Taberna Antonio Manuel, él ha ido muchas veces, antes teníamos la oficina en frente y solía frecuentarla con Pepa. Después de ver varias alternativas nos decidimos por ella. Menos mal porque a los pocos me ha llamado Miguel que estaba en la puerta de mi oficina, me había dicho que si no estaba a las dos que hiciéramos marcha. Hoy somos tres y presento a mis dos amigos, hoy se ven por primera vez, aunque a ambos les he hablado del otro. Miguel dice que no vamos a mojar, Ángel ya lo tiene previsto y anuncia como tenemos que situarnos debajo de la sombrilla si ocurre, yo, como siempre, opino que no va a llover antes de que nos vayamos, también, como casi siempre, me equivoco, mi enfermizo optimismo jajaja.

No hay menú, por lo que decidimos a propuesta del camarero, un buen profesional, unas sardina ahumadas sobre pan con tomate, están muy buenas, propongo unas huevas de sepia, también nos salen buenas y una clochinas valencianas que estamos en temporada, también buenas, aunque a mi me gustan sin especias, es producto bueno, el arroz de Senyoret lo pedimos Miguel y yo y Ángel un fritura de mar, él acierta, nosotros no, un arroz muy seco que se resuelve con ajo aceite. Me sabe mal porque es un lugar que aprecio su trabajo y su esfuerzo y en el que he comido siempre muy bien. Salimos a 22, no es caro pero el arroz nos ha hecho sentirlo así.

La conversación pasa desde Buñol, nuestro lenguaje, hasta Baños de Valdearados, muy bonito por cierto, el pueblo de Ángel al lado de Aranda de Duero, le contamos un poco de nuestro viaje juntos a Miguel. Después, como toca a nuestra edad, la palabra conecta con todas esas enfermedades que nos atacaron o nos atacan aún y que mantenemos a raya a base de reírnos un poco de todo ello y unas cuentas pastillas mágicas.
Hay que volver al trabajo se ha hecho tarde y como advirtió Miguel ya está lloviendo, esperemos un poco mientras pasa la tormenta, como en la vida misma, y nos vamos tranquilos sin que nada nos moje, salvo nuestra propia saliva. Repetiremos algún que otro día y en otras circunstancias.

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