L'Atelier pan tan
Llueve
y, aun así, decido salir de casa sin
paraguas. Camino bajo los aleros de los
edificios, me resguardo en los portales y cuando
arrecia me cobijo en cualquier
cafetería para tomar café y medialuna. Es
de esos días que uno aligera el paso
como si le corrieran o le embargara la prisa. En realidad lo hago para mitigar
el frio y esquivar la lluvia; convirtiéndose, luego, en un divertido juego.
En el barrio del botánico se
encuentra L’Atelier pan tan. Este barrio le debe el nombre al jardín botánico
de la Universidad de Valencia; un museo de naturaleza y sosiego a la intemperie junto al centro histórico de la ciudad.
Las casas por aquí no tienen más de cuatro alturas con fachadas lisas pintadas de
colores y balcones de hierro sin labrar; de una estética popular, alegre y sencilla
que acabó de configurarse a lo largo del siglo pasado. El ambiente general es
una mezcla de bohemia y modernidad con
todos los servicios necesariosnecesarios para la vida cotidiana.
L’Atelier pan tan es un gastrobar situado en la calle del Turia 11, próximo al citado jardín. Su nombre traducido del francés significa: Taller de pan tostado. Llegamos hasta aquí confiados a una guía gastronómica que no volveré a utilizar. El local tiene un estilo indefinido por su conjunto de Obrador, panadería, restaurante, bar y tienda musical con una barra frente a la puerta y seis mesas dispuestas en la entrada, tres a cada lado, separadas por un pasillo central.
Atienden dos mujeres de acento extranjero y carácter amable. Vinimos con la intención de comer menú para dos personas, pero nos decidimos por dos ensaladas: una templada de remolacha y patata, y la otra una ensaladilla rusa recomendada por Tatiana, una de la dos mujeres que nos atienden. También pedimos gambas cocinadas al estilo asiático, dos raciones de magret de pato confitado y un brazo de pulpo a la brasa sobre base de patata. Todos los platos se acompañaban con dos pequeños triángulos de pan de centeno a base de masa madre natural,exquisitos. Bebimos cerveza y coca cola y de postre una tarta de requesón y frutas del bosque para compartir, deliciosa. Finalizamos con café. El precio es de 27€ por persona, algo más de lo esperado. Aunque en la comida se aprecian por lo general los sabores naturales, hay mucho desorden en el servicio hasta el extremo de que nos trajeron las gambas de último plato. Pero este detalle se puede obviar si atendemos a los coros y la música de fondo, Blues y jazz, que nos acompaña en todo momento y nos envuelve con su ritmo y compás en nostalgias lejanas que nos llenan el alma.
Al salir se ha abierto la tarde, en las
fachadas el sol se levanta y hay un aire fresco por todas partes que limpia las
frentes para que las cosas se vean claras. Las
gentes corren como si les embargara la
prisa y sobre el cauce del Turia hay bandadas de pajaros volando bajo un cielo
limpio, casi infinito.
Valencia, 24 de
Noviembre de 2021
Ángel Núñez Cámara.
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