Restaurante L´Atelier Pan Tan-Valencia







Hoy Ángel me propone un restaurante un tanto atípico para lo que acostumbramos: L´Atelier Pan Tan en la calle Turia 11 en Valencia. Inmediatamente mi cabeza hila con algunos de las experiencias vividas en esta calle, que por cierto han sido muchas. Se trata de una calle muy singular llena de restaurantes, cultura y lugares maravillosamente singulares como el Café del Duende, donde mi memoria me muestra decenas de recuerdo estupendos, momentos de felicidad auténtica. Lo primera vez que estuve en este café me invitaron a ir a ver a un Cuentacuentos, me divertí y reí de lo lindo. Se sucedieron después muchas otras semanas acudiendo a cuentos, conciertos, teatro, gastronomía... y sobre todo conociendo artistas y personas cercanas al arte en todo su sentido y de esa forma que tanto gusta ajena a lo comercial. Todo ello, como siempre intenté compartirlo con mis amigos y mis amores, todos ellos, me consta, que lo disfrutaron. Una época divertida y activa que creó en mi memoria recuerdos dulces a los que aferrarse cuando los tiempos vienen duros, fríos o desgarradores...

Vayamos al tema que nos ocupa, el restaurante L´Atelier Pan Tan en primer lugar es muy singular, sobre todo para un españolito gastronómico como yo. Su carta tiene, tapas, montaditos y platos singulares. Hoy le pido a Ángel que no pidamos el menú, algo me dice que lo disfrutaremos más, y gentilmente accede. Compartimos una ensaladilla de arenque abrigado, de un sabor sumamente interesante, una ensaladilla rusa Olivier, tal y como nos indican tiene un especial toque auténtico, una pata de pulpo a la brasa, cumple bien sin pasarse y un magret de pato con confitura de naranja realmente sabroso. Especialmente bueno el postre de manzana con frutas del bosque y helado de vainilla, muy conseguido. Sin duda un restaurante singular e interesante, sin pretensiones, pero con un pan artesanal de buen gusto. El servicio muy correcto y las dos mujeres que lo atienden muy dispuestas y agradables. Algo más de 25 euros, quizá un poco caro para entre semana, pero sin duda vale la pena pagarlo, a las experiencia nuevas quizá no haya que ponerles valor.
La decoración y el lugar son sumamente desconcertantes, al menos para mi, hay mezclados tan distintos estilos que no sabría definirlo en ninguno, quizá justo por eso y su sabores distintos vale la pena ir a visitarlo.

Ángel y yo diría que estábamos un poco desconcertados, fuera de nuestra zona de confort, curiosamente algo que a mi me apasiona y probablemente a él, charlamos durante la comida, como siempre, de lo divino y de lo humano, desde la actualidad hasta los recuerdos, ya muchos compartidos después de tantos años.
Hoy celebramos que estamos vivos y sanos, y aunque alguno de nosotros y la vida se encarguen de adueñarse de nuestro ánimo con desdén, seguimos activos hacia nuestros sueños, cada uno los suyos y algunos compartidos. Hoy llueve y sabemos a ciencia cierta que el cielo no llora, por ello, nosotros sonreímos a la vida, al menos un poco, con cada bocado, con cada palabra.


 

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