Suquet La Francesa del Carmen




            Desde el mes de junio, último, no anoto en este blog los restaurantes por los que hemos pasado porque en su mayoría son sitios que repetimos y mis sensaciones no han variado, pero hoy he quedado  con mi amigo Alejandro en el  restaurante Suquet La Francesa del Carmen,  situado en la Calle de Felipe Garín Ortiz 4. De Valencia.  El día ha amanecido soleado, con algunos desgarros  como de sedas blancas en el cielo luminoso. Los arboles mueven, desganados, las hojas  verdes y otras, pardas, caen al suelo. Hay un viento de otoño en las calles y los caminantes elegimos  el lado  por donde va el sol para  dar los pasos que nos llevan hacia la alameda, muy cerca  ya de mi destino.

          Felipe Garín Ortiz fue un investigador  que dedicó buena parte de su vida  al estudio del arte valenciano y la calle que lleva su nombre es breve, corta. Va desde la avenida del puerto hasta la de  Santa rosa. El restaurante se ubica frente a la gasolinera. Los dinteles de las ventanas tienen forma de arco, los marcos están pintados de negro y el acceso está franqueado por dos puertas negras que se abaten hacia los lados. El interior está reformado de hace poco tiempo, pero conserva un aire clásico. En el exterior, en un pasaje de la finca, hay  una terraza donde se sitúa nuestra  mesa. El servicio lo componen un varón y dos mujeres  jóvenes que parecen habituados a lidiar e ir al objetivo diario que no es otro sino tomar los pedidos y sacar los platos sin  demasiadas atenciones o personalismos.

          Pedimos de primero: tartar de salmón y calamar a la plancha con mahonesa para compartir. En los dos se aprecia la  buena mano de la cocina, digna  presentación y buen sabor, pero ambas  raciones son minúsculas: un par de bocados para cada uno. De segundo plato elegimos  arroz del senyoret , seco, demasiado seco ,  y aunque  debo admitir que el suquet, el caldo,  o,  la salsa con el que se cocinó llevaba calidad en el pimentón,  sabor a pescado y aromas de la tierra,  y solo se encontraban con  el arroz cuatro  colas de langostino pelado y algunos trocitos de sepia. Regamos la comida con cerveza y coca cola. De postre piña pelada. El menú cuesta 14,90€ la relación calidad-precio, a pesar de lo que pueda parecer por mi critica anterior,  no es tan mala. Además el encuentro y la amena conversación con mi amigo  me ayudaron  a salir de este  restaurante con ganas de volver y  guardo un   gesto recuerdo. 

          Por la alameda, las gruesas gotas de lluvia levantaban  polvo  y hacían saltar a las hojas secas del suelo. El olor a tierra y a césped mojado me acompañó  hasta una tapia blanca donde un grafiti decía “otra vez amor”. Los árboles  de las aceras seguían soltando hojas muertas,  y a las puertas de los colegios los familiares esperan la salida de los niños para recogerlos. La tarde se fue cargando de recuerdos y sentía una  nostalgia como si en cada paso  algo dejaba allí de mi pasado. Mirara hacia  donde mirara el otoño estaba por todas partes. 

 

 

 

                                

             

                                                     Valencia, 2021-11-12

                                                             Ángel Núñez Cámara



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